La escencia...

Consideramos al relato de una experiencia de pesca con mosca, como algo extremadamente sensorial. Desde lo visual y literario, cada salida de pesca se expresa libre de egoísmos, despojados de los espejismos de las recetas y con la permanente e inefable búsqueda de lo bueno, lo puro y perfecto.

La herencia de un mosquero.

El maravilloso idilio entre la razón del pescador y el instinto de su presa.


Pedro mi nieto, nacerá en Setiembre. El sueño de mi vida, alguien de mi sangre que usará mis cañas, caminará los ríos que tanta alegría me depararan, tendrá mi bicicleta;  todo lo que fuera pasión a lo largo de la vida del tipo más simple y loco, su abuelo.

Hoy... imagino cómo pescará a años luz de los errores, la confusión, la desinformación de nuestros primeros años. Cuántas conductas que apenas pudimos modificar... él ni siquiera llegará a conocer.  Serán parte de un pasado  de pescadores dominados por la ignorancia, la desprolijidad; equivocados en el cuidado de un ecosistema, capaces de asociar el éxito... con la destrucción.  Por la tremenda estupidez humana de levantar en alto una miserable copa, que reflejara su habilidad con una caña, a veces lograda desde infames procedimientos. 



En Buenos  Aires, era común quebrar un pejerrey para llegar a la tan deseada medida, o aquellos ilustres pescadores del litoral ... capaces de presentar un dorado para su medición que, mágicamente tuviera restos de hielo en su dentadura. 

Como otros niños, no sabrá que... siendo niño su abuelo, no sabía que era un televisor, un teléfono móvil, y que la mayoría de los humanos morían de un ataque.  Tampoco tomará una mojarra viva para encarnar ni aceptará usar los torpes anzuelos triples consciente del daño que ocasionan.

Ya para ese entonces... los negligentes educadores serán superados por una información totalmente contemporánea, contenidos basados más que, en la revisión del pasado, en todo lo que contribuya a un futuro, sobre lo concreto de las realidades y no las abstracciones.

El tema de enseñar la germinación del poroto, cuando ese niño espera el colectivo en la esquina de la escuela, donde una de las tantas bestias humanas fijara el cartel que reconociera la empresa de colectivos, con un bruto clavo sobre el árbol premiado.

Cuánta irracionalidad, bestialidad, recorrer sitios naturales, llenos de belleza para ver infinidad de carteles indicadores ... muy telúricos pero recurriendo al mismo recurso... usar como sostén un árbol vivo y por supuesto el referido clavo. 


Quizás... la especie política para entonces hayan tomado conciencia de su inutilidad, su salvajismo ideológico, o quizá ya, hayan mutado como los insectos, transformados en seres más estéticos.

Como las mariposas que adornan nuestros ríos, no tengan nunca más idea de agredirnos desde su ignorancia y lo peor... contar con la colaboración de seres todavía más primitivos capaces de escribir leyendas referidas al futuro prócer en bellas rocas, árboles o puentes; siempre con la esperanza de que los que viajamos, descubramos a la bestia que se postula.

Qué equipo tan coordinadamente homogéneo, una bestia, más otra bestia , conformando una manada;  una tropa, una bandada de una especie que ya, como los del terciario debiera estar extinguida.


Que esperanza tengo que por la inteligencia, para entonces aprendan a distinguir entre los gritos de un simple ignorante a un hombre con palabras mesuradas. La inteligencia, el diálogo cordial, basado en el respeto, la capacidad de recrear el mejor futuro para todos.

Para entonces usará la mayor tecnología desarrollada, los equipos más sofisticados, pero que sustenten el verdadero espíritu de un noble pescador, formar parte de la maravillosa naturaleza, respetarla.  Ser feliz en ella...  no usarla como la mayoría de inadaptados que desde el anonimato, la oscuridad de su proceder y contando con la complicidad de los ignorantes de turno, utilizan redes, explosivos, matan en minutos la labor de años de la vida.


El estigma de nuestra pesca... la utilización de materiales naturales, será parte de la historia. Las grotescas moscas actuales de materiales sintéticos, se reemplazarán por otras tan estéticas como las de los siglos pasados, cada vez más simples, que guarden relación con sus juguetes, sus juegos, el ábaco, los porotos de nuestra aritmética... lo hallarán en los museos.

Los pibes de los tiempos que vendrán... no usarán un cuero de un gallo para quitar la pluma que dispondrá en su anzuelo para las famosas dry; serán conscientes que el pobre gallo no se suicidó, se lo mató al pedo, como los cientos de especies que los shoppings desarrollaron, simplemente para recrear a la manera de la historia... sencillamente, matar desde la justificación.

Vivimos en el siglo XX... el de las mayores aberraciones humanas, el de los mayores avances tecnológicos aplicados de idéntica forma, para salvaguardar la vida o producir las muertes más atroces de la especie humana. Pero serán pibes, sin dudas mucho más lúcidos, rescatarán lo mejor, lo que supimos abandonar, en este juego de hacer prevalecer la ignorancia sobre la inteligencia.

Cincuenta años de experimentar tecnologías en los materiales, para volver al principio de la pesca con mosca.  Su sutileza, la estética;  su simpleza, la dramatización de los individuos que hoy... a diferencia de siglos, conocemos.  Ya, el movimiento no será el único recurso convocante como lo fuera por siglos, solo la creación desde la lectura del agua, las referencias de cada río, en ese maravilloso idilio entre la razón del pescador y el instinto de su presa.


Se comprometerán como seres racionales en crear, no coleccionar. En no ser engañados... como en un casino; con la esperanza de un pleno.  La funesta mosca éxito del año, sustentada por el desarrollo económico de la empresa que la promocionara .

Yo deseo...  e imagino a Pedro, sentado a orillas de un río, solucionando su problema de identificar los seres que se interrelacionan, tratando de representarlos en un anzuelo. Teniendo como respuesta, el lograr su captura.


Lograr esos momentos de felicidad, que nos depara descubrir esas manifestaciones extraordinarias de vida, que apasionaron al hombre en todos los tiempos.  Un bello y astuto pez , habitante de una desconocida e incontrolable corriente nacida en las mayores alturas del planeta.

Ya lo imagino agazapado, tras una piedra tratando de descubrir su trucha, analizar su comportamiento, usando mi caña de 6´para #2, o mi #4 ... todo terreno para los ríos que he disfrutado conocer y pescar. 

Pensar que su abuelo llegó por primera vez al Malleo, con una 8´1/5 de vidrio para #8, se paró en las rocas más grandes a manera de plataforma de lanzamiento, con la convicción que manejando toda la línea, la pesca era segura.

Cuanta torpeza que tuvimos que superar. Unas ninfas de mamíferos, atadas en #4 y  #6, unos streamers que espantarían hasta los chivos de los mapuches de aquella época. La cuestión era tirar... cuanto más lejos... mejor; cuantas más veces mejor.  Todas las estupideces no imaginadas, la mismas que ejercitaran algunos famosos, muchos de los cuales transformaron en éxito, la ignorancia de su proceder.

Las truchas del pasado reinaban en la soledad de sus espacios, el pescador no había sido reconocido como un predador. Hoy pasarían tan desapercibidos, como un pingüino en el África. Ya solo los músculos no pescarán; si, el juego racional de leer la música del río .

Conocer los seres que la emiten a la perfección, serán los pocos exitosos. Las truchas también aprenden. Ya la empanada y el vino de los políticos, las alpargatas, los libros de nuestras primeras lecturas no confundirán más a los niños de las próximas décadas.  El mundo, sus conocimientos estarán a su alcance.  En el 80 descubrimos que el automóvil más pedorro japonés venía con aire acondicionado, cuando en nuestras pampas un encendedor había que pagarlo como un accesorio.

Quizás mi querido y deseado Pedro... algún día, leyendo esto piense sobre el origen de la estafa que le tocara vivir a su abuelo en su existencia. 


Pedro te aseguro... te voy a enseñar a tirar tan lejos, como pocos pudieran.  Tengo la esperanza que logres tanta distancia que al menos... ver tu línea dónde estuviera, me de la alegría que te has convertido en un hombre feliz, tanto como yo lo fuera a lo largo de toda mi vida, pescando.END


Edición: Jorge Aguilar Rech.
Fotografía: Jorge Aguilar Rech/Pablo Matthews/Sebastian Pagano.
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