La escencia...

Consideramos al relato de una experiencia de pesca con mosca, como algo extremadamente sensorial. Desde lo visual y literario, cada salida de pesca se expresa libre de egoísmos, despojados de los espejismos de las recetas y con la permanente e inefable búsqueda de lo bueno, lo puro y perfecto.

La Batalla de las Sierras.

El día en que fuí la trucha.


Un corto viaje, para un gran río. Así lo definía... en mis días de preparación, anteriores al viaje hacia el río más Grande de San Luis. La plantificación, en mi caso... es parte de estar pescando. El hecho de ir, en estos tiempos del año a las tierras puntanas, pescar en sus sierras , es parte del nuestro itinerario de fly fishing. Esa mañana fresca de Abril, salimos al este, desafiando al sol naciente desde Mendoza, Argentina.

Las montañas quedaban atrás entre nubes grises azuladas y naranjas del pleno alba El sol asomaba, cuando la tierra puntana nos saludaba por uno de sus costados. El paisaje serrano, es atrapante y peculiar. Las suaves ondulaciones del verde intenso, era un mantra visual para nosotros. El camino serpenteaba entre las curvas de las sierras, para llevarnos a la tranquera de Campo de Don Ramón. De sabia madera, parecía contar historias... entre los silbidos de la brisa perfumada. A los kilómetros recorridos, llegamos al viejo rancho. Ahí, nos esperaba el hombre que portaba la gracia del campo. Su mirada perdida, había sido robada hace años por el campo y la sierra. Un vino de alianza medió, entre las ausentes palabras.

Era la mañana entrada... cuando mi vara Helios Zero Gravity 904, empalma sus cuatro tramos. Como un acto perfecto toma cuerpo y peso con su Cayuga #1 Gold. en su seno, una simple Scientific Anglers Air Cell verde menta. El punto cúlmine del armado, fue optar por la tecnología de fluoro carbón en un líder de 9 pies cuneiforme. En ese momento me percato que mis zapatos de vadeo necesitaban un descanso. Pero su integridad estructural, afianzaron nuestra alianza. Así estábamos en camino, por la huella insinuada, rumbo al río. Una travesía entre pampa noble, rocas filosas, vegas y arroyos, que sumaron unos tres kilómetros, nos daban directo al alma...la postal perfecta. Un río verde, profundo. Un río que aquieta el pensamiento e invita a meditar. Donde las cosas pasan a un ritmo lento, distinto al agua andina. Acá...el río se toma el tiempo, se disfruta en cada flat, en cada pool, corredera o rifle... así mismo y a cada instante. Este low water es increíblemente bello Este simple pensamiento, se escapaba de mi alma y lo murmuraba mi boca. Sebastián sonrió asintiendo. Esta paz inconmensurable, apaga drásticamente nuestra ansiedad, poniéndome siempre en otro plano, en otra vibración, en el plano de placer sensorial de la pesca. Este nirvana nunca distingue la gran presa, o el trofeo, sino que busca pinchar esa trucha en ese ambiente y ese día. Quizás este estado de disfrute sea un instinto ancestral que se despierta en nosotros, los pescadores con mosca.

La hora y las circunstancias nos motivaron a la observación, y la entomología. Lo cual a la vez fue acompañado de una comida energética en base a cereales y energizantes. Nuestra obervación no denotaba actividad de truchas. Un acercamiento al río...nos mostraba cantidades de bagres del torrente, terrestres como orugas, moscas, escarabajos y algún ortóptero; bajo las rocas del río... una pequeña expresión de ticópteros y efémeras, nos avanzaba en las manos. También las chinche de agua y los caracoles tomaban protagonismo.El sensible vibrato de la vida, se hacia sentir, se hacia ver entre nuestros dedos.

Y como resultado de ello...mi boca mojaba una Pheasant Tail Bead H
ead # 14. La técnica inicial fue instintiva. El Up Stream posicionaba la mosca sobre alguna corredera y esta así entraba a deriva natural, al amplio pool...profundizándole. La hora contaba minutos pero no estímulos salmónidos. Ningún toque, ni trucha alguna habíamos sentido o visto. El débil sol de la mañana sumado a las grandes sombras proyectadas no sumaban al río temperatura. La misma era de 12º C. Esta circunstancia en ríos cordilleranos hubiera activado el instinto alimenticio, pero eso es diferente en las sierras. Se estimulan a mayor temperatura.

El ascenso por el curso
del río sumaba metros, escenarios y esperanzas, pero nunca al momento piques.

Un kilómetro río abajo, Gonzalo Sierra
y Víctor Picca, obtenían captura tras captura. Los tamaños en ese sector eran mayores pero igualmente combativos. Con igual estrategia el vientre del río le brindaba frutos. Víctor, hacia honor a su experiencia angler y su Stimulator Black era atacada una y otra vez.

Gonzalo, en cada uno de los flats tenía excelentes capturas... Arriba, a media agua y en lo profundo verde musgo. Las plumas atadas en el 4x fueron la Prince Bead Head, Gnat Foam, y la accion de algunos Streamers.

L
os accidentes geográficos de la costa del río, eran cada vez más complejos. En un instante...se hicieron míos. Pase así, de cota 5 a 0, desde un tobogán pétreo que me esguinza el pie izquierdo. Maltrecho físicamente...sacudí un poco mi ropaje, revise mi vara y reel, mis cajas y ajuste mi bota al máximo para evitar hinchazón, y continué la ascendente batalla. Batalla que a ese momento me hizo el primer touché.

Declarada la contienda, mi adversario respetable, aun no se hacia ver. El ambiente uno...
pescador cero.

Un valle abierto dentro del recorrido me muestra un run extenso y amplio. Decido cambiar de técnica. Utilizando la corriente principal como aliada, lanz
o perpendicularmente al río, haciendo un reach cast inminente. Esto ayudaba a profundizar de pleno y a deriva la lastrada pluma. Al final del rifle que alimentaba el flat, un remolino profundizaba aún más la mosca y es ese instante el mundo, dividió los segundos los instantes y las milésimas...detonando un furioso pique de una Arco Iris esplendida. La lucha era intensa y lograba dar fuerte batalla a la Helios, mi brazo y mi maltratada pierna. El copo daba entre mis manos una esplendida trucha de no mas de 600 gr.
Quizás este empate, no era suficiente, ni oportuno y menos necesari
o.

La temperatura había subido a ese momento y un hatch de caddis, se hacia ver entre la tensión del agua del pool. Se comenzaban, estimuladas a alimentar arriba y a media profundidad. Los rise se combinaban en distintas actitudes...en bulge, en splashy rise, lo que me daba la lectura de que las efémeras estaban en emergencia plena. Mi estrategia fue cambiar mosca a una Emerger de Efémera color verde.

A ese momento las capturas de Sebastián comenzaban con su Dragon Articulada en #14. En esos momentos, coordinamos aunar estrate
gias y pescar mas juntos dada mi situación de avería.
Metros arriba nos sorprende un pool tamaño estadio. Su enormidad, profundidad y estructura eran perfectas. Un pool increíbl
e. En su seno...cinco truchas entre el kilo y los dos y medio patrullaban. Un espejísmo soñado, hecho realidad. Nos escondemos ahora juntos, tras un accidente en la roca metamórfica. Mientras nos regocijábamos con el espectáculo de truchas alimentándose y en plena actitud de competencia. Decidí en ese momento que Sebastián trabajara el pozo. Así se hizo. Arrastrándose con el pecho pegado al piso pétreo, logra llegar al lateral de la corredera que alimenta al flat. Yo le guiaba el lanzamiento. Los tres cast primeros fueron a la corriente de la corredera, y a deriva natural, la mosca debía profundizar y ahí trabajar con pequeños tironcitos simulando emergencia. El cuarto cast, logra posicionar la mosca en el canal de alimentación de la trucha. Su Pheasant Tail Bead Head es tomada por una gorda Arco Iris de unos 800 gramos la que flexa su Eccho Carbon # 2 al máximo. La lucha instensa intentaba subir por la corredera pero su lucha liberadora tuvo éxito después de la foto. Retornando a un oscuro fondo de ventos verde oscuro.
El pecho se nos hinchaba. La captura nos denunciaba mas truchas, más grandes y...en mi pierna mas dolor. Pero el desafío de la contienda técnica trucha hombre, aun no se definía. Unos cientos de metros río arriba un pool de iguales dimensiones nos esperaba. La tarde caía y, las sombras se hacían serias y frías. Es por ello que comprendíamos que las truchas se hallarían a la cola del pool.

Mi turno de ca
ptura, sonaba en mí...como la disputa final. El día tenía en sus manos el martillo de la campana, el pez siempre un paso mas adelante y yo...caña en mano, agazapado, alerta y con mi mosca en el agua.

Mi posición era a la entrada del flat, agachado para no ser visto y con la intensión de que mi cast superara la posición de la trucha. El líder de fluoro impediría que la misma se espantara dado su invisibilidad. El cast posiciono la mosca...pero paso suavemente si ni siquiera notarla. Sebastián en la tribuna del flat ahora era mi guía. La trucha pesaba unos dos kilos aproximadamente y a su lado tenia otra de un kilo que le seguía todos los movimientos. El segundo lanzamiento es proactivo hacia uno de los laterales del pozón. Así, me permitiría no causar disturbios en la fina tensión del pool. La linea verde menta toma tensión de deriva. Comienzo a trabajar en ocho y la punta de la caña, una emergencia de mi reincidente Pheasant Tail. Un gran bulge a la altura de mi tippett y la inmediata ondulación de la linea me indicaba un run positivo lo que mi caña en alto y la violenta recogida no pudo llegar a clavar al pez. La trucha luego de escapar se refugia en el fondo y a la cola. Sebastián se tomaba la cabeza. El pez me daba un golpe certero.

Incomprensiblemente, o quizás si; minutos mas tarde, ambas truchas vuelven al lugar posicionado. Sebastián me anuncia que la batalla aun no terminaba. Me posiciono aun mejor...me arriesgo a un nuevo cast cercano a la costa. La trucha toma la misma actitud pero ahora mas rápido. Quizás presintiendo que actuaría a la defensiva. Las truchas que provocan
así al pescador, son por demás grandes y experimentadas. Un salto enorme me anunciaba falsamente la clavada. La mosca aun estaba en el agua. La había soltado. Segundo golpe.
Era una situación increíblemente enriquescedora. La trucha me estaba dando una lección. Se esconde junto a su compañera en las
profundidades del pozón. Mientras cambio de mosca. Una Griffith´s Gnat #14 sería mi estrategia final. Si es que me daba nueva oportunidad.
Pasaron minutos cuando emprendía mi coja retirada, cuando entre la primeras penumbras de la hora mágica...y si que las eran, se interrumpe con la advertencia de mi guía. Ahí están de nuevo. Sabiendo que ya no tomarían, necesitaba finalizar el juego comenzado. Mi cast posiciona la atractora en aguas abajo de la posición de las truchas. Lo que pasaría en ese instante me dejo de rodillas, sonriente y derrotado... la trucha mayor se acerca a la mosca...la menor la sigue. Comienzan a avanzar siguiendo el hilo verde de mi linea; paso a paso se acercaban. Más aún al estar a escasos metros mío, se levantan a centímetros de la tensión del agua y, en ese preciso instante...por más que mi inmovilidad intentara inmaterializar mi cuerpo...huyen raudamente. Este juego de inteligencia bestia-humano. Instinto y transmisión genética.

La magia de haber cambiado el rol de
pescador y haber sido engañado por mi pez. Jamás lo había experimentado. El descubrirme en mis intenciones, y mostrar su experiencia , descubriéndome fue un acto superior de instinto.
Siempre volveré a buscarla, a disputar la contienda. Soñando...profundo, en mis recuerdos, en mis anécdotas, con el día... en que yo fui la trucha. END





Autor: Jorge Aguilar Rech

Fotografíia: Jorge Aguilar Rech, Victor Picca, Sebastián Pagano y Gonzálo Sierra.

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